Mr. Brooks

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Mr. Brooks es un admirado hombre de negocios con una vida familiar envidiable. Pero guarda un gran secreto. En realidad es un peligroso asesino en serie que no puede dejar de matar. Ambas facetas de su vida parecen estar separadas gracias a su impresionante habilidad como homicida. Pero durante su último crimen es descubierto por un extraño.

Encontrar placer o belleza en la muerte, bien podría ser visto como el síntoma principal de un desvarío impío. Sin embargo, a pesar de tener como protagonista a un perfeccionista homicida, Mr. Brooks es toda una loa a la resurrección. La vida sigue (y mejora) para un grupo de viejas glorias que tendían a la desaparición. Al olvido del siempre desagradecido público. El heroico Kostner se transforma en un meticuloso psicópata, al que alimenta la siempre perturbadora presencia de William Hurt, histriónico alter ego de este desequilibrado triunfador de clase alta y admirable imagen pública. A ambos, les sigue la pista una ya madura Demi Moore, que sin perder atractivo y ganando gancho, se convierte en una policía aristócrata, dura y muy aguda. Mr. Brooks no planea sin embargo un solo crimen. La condensación argumental de la película asegura el entretenimiento, pero el espectador recibirá desconcertado semejante cantidad de información. Con alma más de serial televisivo que de la prometida trilogía (veremos), Mr. Brooks es un notable thriller repleto de matices, detalles y subtramas a las que uno corre el peligro de convertirse en adicto. Y ya conocemos los peligros de la adicción.











Crash

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"Crash" es una película que, a mi parecer, está rodeada por la controversia, para unos (entre los que yo me incluyo) es una magnífica película y, para otros, no es más que un panfleto moralista y fácil. En mi opinión se merecía los Oscar que obtuvo.

Pues bien nos encontramos ante un gran número de historias protagonizadas por personas de cualquier raza, clase social, etnia, etc. y todos y cada uno de esos personajes sufren en su propia piel el racismo, de una manera u otra. Esas historias están perfectamente hiladas y cuentan con una gran baza a su favor y es que son tremendamente realistas, crees que eso pueda pasar en realidad, que esos personajes y situaciones te las puedes encontar por la calle, es uno de los aspectos más positivos del film, la credibilidad.

Los diálogos de la cinta son buenísimos, en los que se sueltan perlas como "crees saber quien eres y no tienes ni idea" algunos de esos diálogos expulsan la ira, insatisfacción, odio de los personajes (acompañados de una gran banda sonora) resultando realmente duros y emotivos, aunque si bien es cierto que se abusa de términos como negrata, chino, blancucho, aún asi el guión es excelente. Se ve perfectamente hasta dónde pueden llegar las personas, tanto en lo bueno como en lo malo, con la única finalidad de sobrevivir en una ciudad como L.A en la que es imposible no chocarse.

Si juntamos un excepcional guión, una efectiva dirección y unas interpretaciones tan potentes como las de todo el reparto, en el que hay que destacar a Matt Dillon y Don Cheadle (ambos están siempre perfectos) Ryan Phillippe y Sandra Bullock (realmente sorprendentes) y a Thandie Newton y Terrence Howard, el resultado es una gran película, realista, emotiva, sincera y creíble, pese a que en su parte final el director y guionista tienda hacia un final que probablemente no sea el adecuado. Muy, muy recomendable.















Los crímenes de Oxford

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Dependiendo de quien vea “Los Crímenes de Oxford” - octavo proyecto para la gran pantalla, y segundo internacional tras “Perdita Durango” (1997) , del bilbaíno Álex de la Iglesia- sacará una impresión u otra. Si es público ocasional, saldrá de la sala satisfecho, pues habrá asistido a un buen espectáculo visual y cinematográfico, que además es desafío intelectual, muy bien llevado y construido, cimentado, además, sobre unas interpretaciones muy sólidas en líneas generales.

Pero si es fan del director… Lamentablemente, saldrá decepcionado, conmocionado y confundido. Seguramente, repase los títulos de crédito con perceptible incredulidad, intentando consolarse con un error de lectura o de interpretación, o buscando el milagro que le desmienta que “Los Crímenes de Oxford” es, efectivamente, una película de Álex de la Iglesia. Porque no lo parece, ya que desde su primera hasta su última secuencia, el film se comporta, y reacciona, con unos códigos y una técnica que no es la que acostumbra a desplegar el director vasco.

Para entendernos, el humor negro que suele presidir sus títulos, así como su gamberreo canalla y esos perdedores entrañables que abundan en su cinematografía, aquí sólo existen en la retina y la mente de quien ha disfrutado, por ejemplo, de “El día de la bestia” u “800 balas”. De la Iglesia ha querido hacer borrón y cuenta, optando por prescindir de su esencia, en “Los crímenes…” quizás para conectar con un público más internacional y allanar el camino que le permita trabajar en el extranjero; a resultas de lo cual, no debe sorprendernos los inmensos problemas a los que tuvo que enfrentarse durante su rodaje. De la Iglesia se siente extraño e incómodo y no puede evitar que estos sentimientos trasciendan y empapen esta obra.

Así, nos encontramos ante un título pretencioso, pedante hasta lo insufrible (quedan avisados si se pierden ante tanta teoría matemática), humorísticamente “snob” (o, si prefieren, impregnado de esa fina ironía inglesa que, de tan fina, acaba siendo translúcida), hierático, anodino, pero elegante, rodado con oficio, con interés y pasión. Juzguen ahora si, entre tanta etiqueta, pueden encontrar alguna que se ajuste al distintivo de fábrica de De la Iglesia.

Indudablemente, “Los Crímenes…” es una película, ya no sólo de ambientación, sino también de cultura inglesa; pero de cultura de altos vuelos, elitista, superficial y enquistada en la apariencia. Tanta ampulosidad e inteligencia suprema, rayana en la genialidad, molesta sobremanera; a ello contribuye un John Hurt espléndido, sí, y orgulloso de su herencia teatral también, sabedor de su superioridad interpretativa respecto de Elijah Wood (por mucho que se empeñe, el peso del Anillo Único sigue pesando en su carrera) y de Leonor Watling, bellezón mediterráneo que comparte atributos con la diva latina por antonomasia del cine actual: Monica Bellucci. Ambas lucen formas privilegiadas y envidiables, muestran un alto dominio del inglés y se esfuerzan en presentarse como dos actrices de limitados recursos y hondas carencias.

No debe nadie tampoco confundirse: “Los crímenes de Oxford”, iniciados con la muerte de una anciana en extrañas circunstancias, no es la enésima película de crímenes ferpectos (o perfectos): se trata, más bien, de la descripción de un potente duelo intelectual entre un maduro y brillante profesor y su alumno, eso que tanto hemos visto antes, incluso en condiciones más frenéticas y, todo hay que decirlo, también más aburridas.

Con “Los Crímenes de Oxford” pasarán un buen rato enfrascados en una intriga falsa pero efectiva, amena, que les hará olvidar sus preocupaciones mientras siguen, extasiados, las diatribas de Arthur Seldom y las lúcidas respuestas de Martin en pos de un asesino imprevisible e imposible. El crimen y la realidad como juego; el cine como encargo. Eso es lo que hallarán en la nueva cinta de De la Iglesia.



Fuente: www.mundocine.com





88 Minutos

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Curioso thriller policial, escrito por uno de los guionistas de una de mis series favoritas (La serie de TV "Las vegas"), donde vemos a un Al Pacino, ya entrado en años (fijaros su rostro compungido cuando le toca correr), Alicia Witt, Deborah Kara Unger y Leelee Sobieski, esta última en un papel tan sumamente fugaz que uno casi se percata poco de su presencia.

Teoricamente la acción ocurre en tiempo real (apasionaría a los fans de la serie "24") pero el tiempo real no siempre esta coordinado perfectamente y mientras en algunos momentos 37 min. parece que pasan volando, en otros 10 min. dan para casi media hora de metraje, por otra parte, los planos rápidos flaco favor le hacen a la visión de la misma, e imposibilitan fijarnos con claridad en algunos detalles...

Se nota que Pacino llegó al cast casi de rebote, puesto que poco se entiende sino que la gran mayoría de protagonistas femeninas, se las caiga la baba con Al, cuando ellas apenas rondan la veintena y Pacino es ya todo un abuelete, por muy sexy que pueda ser para algunas féminas (no lo niego).

La película peca de previsibilidad y es que, a poco que uno este medianamente atento (no hace falta estar con los ojos como platos) se percata perfectamente del misterio que muy de puntillas, oculta la cinta, y es fácil saber quien es el amenazado y el amenazante.