Mr. Brooks

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Mr. Brooks es un admirado hombre de negocios con una vida familiar envidiable. Pero guarda un gran secreto. En realidad es un peligroso asesino en serie que no puede dejar de matar. Ambas facetas de su vida parecen estar separadas gracias a su impresionante habilidad como homicida. Pero durante su último crimen es descubierto por un extraño.

Encontrar placer o belleza en la muerte, bien podría ser visto como el síntoma principal de un desvarío impío. Sin embargo, a pesar de tener como protagonista a un perfeccionista homicida, Mr. Brooks es toda una loa a la resurrección. La vida sigue (y mejora) para un grupo de viejas glorias que tendían a la desaparición. Al olvido del siempre desagradecido público. El heroico Kostner se transforma en un meticuloso psicópata, al que alimenta la siempre perturbadora presencia de William Hurt, histriónico alter ego de este desequilibrado triunfador de clase alta y admirable imagen pública. A ambos, les sigue la pista una ya madura Demi Moore, que sin perder atractivo y ganando gancho, se convierte en una policía aristócrata, dura y muy aguda. Mr. Brooks no planea sin embargo un solo crimen. La condensación argumental de la película asegura el entretenimiento, pero el espectador recibirá desconcertado semejante cantidad de información. Con alma más de serial televisivo que de la prometida trilogía (veremos), Mr. Brooks es un notable thriller repleto de matices, detalles y subtramas a las que uno corre el peligro de convertirse en adicto. Y ya conocemos los peligros de la adicción.











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